Junio 9 - 2023
Medios satanizan a Petro y los marchantes satanizan a periodistas
Por Germán Ayala Osorio
Analista político
En el marco de las marchas, al parecer multitudinarias en respaldo al gobierno del presidente Petro, apareció una pancarta cuyo mensaje confrontaba directamente a medios como RCN televisión, Caracol televisión, W radio, Caracol radio, Red + y Semana. En dicha pancarta se lee: “los trabajadores NO conocíamos el poder silencioso, destructor, impredecible, perverso y satánico de los medios de comunicación. Hacer sentir y creer a la clase trabajadora, que es mejor ser un esclavo, que un trabajador digno, ESO SÓLO LO HACE SATANÁS y nosotros indefensos ante tanto atropello”.
Como diría Jack el Destripador, vamos por partes. Del mensaje de la pancarta hay que señalar que la alusión a Satanás deviene naturalmente asociada al ámbito religioso y por esa vía, se elevan a los medios y a los periodistas a la condición de enemigos, en tanto que el diablo, lucifer o satanás, representan figuras perversas de las cuales se puede esperar lo peor, lo que amerita reacciones que se mueven entre los porosos límites existentes entre las acciones de fe que se puedan producir, y las acciones de violencia física que se puedan generar al momento de enfrentar a quienes representen la “maldad” de los imaginados personajes.
Poner a las empresas mediáticas y en general a los reporteros bajo esa relación amigo-enemigo resulta inconveniente y peligrosa porque en nombre del bien, en rechazo al mal que representa el diablo, se han violado límites morales y éticos y por supuesto, los derechos humanos.
Comprendo la rabia de ciertos ciudadanos hacia los medios de comunicación que, a diario, mienten y tergiversan los hechos. Eso sí, rechazo la violencia física contra los colegas periodistas que fueron expulsados de las manifestaciones que estaban cubriendo, pero exhorto a los directores de los reporteros abucheados, a morigerar los tratamientos periodísticos de hechos noticiosos que vienen siendo manejados bajo deleznables criterios y enfoques periodísticos, pero que esconden la “mala leche” de quienes tienen el poder aún de manipular a unas audiencias poco preparadas para dilucidar las intenciones de las noticias publicadas. En este caso, los dueños de la pancarta hacen parte de esa comunidad de ciudadanos que tardíamente o no, descubrieron las intenciones de las empresas mediáticas.
Hay que decir también que hoy, como nunca quizás lo hicieron las mismas empresas mediáticas señaladas en el mensaje, los medios masivos fungen como actores políticos, con todo y lo que ello significa: el abandono de la rigurosidad que demanda el ejercicio periodístico, a cambio de producir efectos políticos y económicos encaminados a afectar la legitimidad e incluso, la viabilidad del gobierno. Todos los días los medios masivos nombrados en la pancarta dejan huellas de su actuar político articulado al objetivo de generar incertidumbres y miedos en las audiencias, por el solo hecho de que sus propietarios no comparten la concepción de Estado sobre la que actúa Gustavo Petro como jefe de gobierno y jefe de Estado.
Quienes defienden a dentelladas el ejercicio periodístico, así esté contaminado de intereses corporativos, responsabilizan al presidente Petro por confrontar a diario las publicaciones de los medios aquí referidos. Es claro que el presidente usa la red Twitter para defenderse de lo que él considera son ataques personales y políticos, por la vía de la manipulación de los hechos o la tergiversación de los mismos. Por supuesto que es posible pensar que los seguidores de Petro puedan advertir y asumir en sus ya cotidianos enfrentamientos con la prensa como una patente de corso para atacar a los periodistas. Pero en ningún caso se puede establecer que el presidente de la República ha dado la orden a sus seguidores de atacar a los medios y a sus periodistas.
De la misma manera como los periodistas y los editores amparan el ejercicio de opinar e informar en las libertades de prensa y expresión, los marchantes que exhibieron la pancarta también están amparados en la libertad de expresión y en el derecho a manifestar su molestia ante tratamientos periodísticos que consideran exagerados, mentirosos y agraviosos. Estamos ante un servicio público, el de informar, que lo prestan, en este caso, medios privados. Y al ser público, todos tenemos el derecho a exigir que se preste de acuerdo con lo expresado en la Carta Política: que sean veraces e imparciales.
Eso sí, los colegas periodistas no pueden solo victimizarse por las reacciones de las audiencias, en este caso, de los que marcharon para expresar su apoyo político al actual gobierno. Por el contrario, están obligados a hacer un mea culpa y revisar en qué han fallado para que una parte de las audiencias reaccionen de esa manera. Los públicos deben comprender que el reportero cumple, a la hora de informar, con una política editorial que él no fija. Y que para el caso de los medios satanizados en la pancarta, la responsabilidad por los tratamientos periodísticos que vienen generando la molestia en el presidente y en sus seguidores, recae en los presentadores de noticias o directores. Incluso, a veces meten las manos los anunciantes. Se trata de periodistas vedettes que saben muy bien que lo que digan o dejen de decir, causará efectos y reacciones en quienes involucran en sus noticias o comentarios.
Adenda: en la pancarta faltaron La FM y Blu radio. En particular, esta última emisora, en manos de Néstor Morales, todos los días ataca al gobierno y lo que más preocupa: Morales confunde informar con opinar.
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